Wednesday, January 10, 2007

He estado a punto de saltar bordes,
De corer sobre rios, y de saltar lagunas.
De nadar un oceano entero,
De desnudarme en cualquier glaciar,
De saltar de tu ventana.
De dejar que la sangre me corra,
De vomitar hasta sacar las venas de mi corazón una a una.
De cortarme los ojos en trozos y dartelos a comer
Por que no creés….
Por que no sabés
Que los bordes, ni los rios, nil as lagunas, ni los oceanos, ni los glaciares, nil as ventanas, ni la sangre de las heridas que me dejas, existe…
Nada existe…
ABRE TUS OJOS!!!
DIBUJA Y CREA!

Sunday, January 07, 2007

¿Y SI TE MUERDO LOS LABIOS?
Si pudiera dibujar,
Lo haría con los ojos cerrados y la mano izquierda.
Desde ahí escribiría tu nombre con humo.
Lo haría una y otra vez. Multiplicalo por cien.
Te desnudaria y dibujaría con tinta que me marque el cuerpo.
Escribiria sobre tu pezon izquierdo
-“Fuente de vida”-
Te comeria el ombligo
Bebería de ti hasta dormir.
Con los ojos cerrados, y el sueño encima, te dibujaría con mi mano izquierda.
Dicen que la mano izquierda está mas conectada al corazón.
Creo que me enfermaré de tí.
Habría que vomitarte.
Desde el centro de mi estomago saldrán recuerdos.
Me vaciaré y hare que nada exista adentro.
Te recordarán solo mis entrañas.
Solo a ellas les harás falta.
No a mí.
Por que deseo vomitarte. Deseo que no entres y me comas.
-Mis viceras son mías, recuerda-
Si me enfermo,
Habría que vomitarte.
Habria que dormir
Habria que soportar la cruda
Me mataré.
Me tomaré dos pildoras de tiempo.
Esperaré.
Podría comerte el corazon –de manzana-
Comenzaría, suavemente, dando una mordida.
Haría que tus jugos me alimentaran.
Haría que te desprendieras y que un pedazo tuyo se quedara en mí.
Te masticaría.
Entrarías en mí.
-¿Quien dijo que había que masticar 30 veces antes de tragar, si puedes entrar en mi, en grandes cantidades?-
Pedazo uno.
Pedazo Segundo.
Ahora eres mía.

Podría comerte el Corazon – de manzana-
No lo escondas.
LLegaría hasta el corazón de tu corazón.
He ahí una estrella y una semilla.
Sueño numero 23

Soñé que estabas ahí. De repente me dabas la mano. El telefono sonaba y veía un gran espejo frente a mí. Veía una gran ballena volando. Las nubes eran de algodon. Tus ojos me tocaban el cabello. Caiamos los dos en otro sueño. Lejos, lejos…lejos de aquí. Una, dos, tres. No había que contar nada. Las luces aparecian y desaparecían rapidamente. Todas se caían del cielo. Apenas si podias recoger una por una (no las contamos, pero estoy seguro que éran dos mil trecientas cincuenta y dos). Cuando terminamos de comernosla, corriamos; después nadamos (¿es esto el mar, me preguntabas?.....-no lo sé, el mar no es de chocolate-). Nunca entendí -¿entender?- que había que andar de manos, para ver. Ver, ver, ver. Un ojo, y después el otro, pero nunca los dos juntos. Preferías que se mezclara con la nariz y con el oido. Descansabamos. Había que dormir con la espalda en la pared y con la cabeza en el techo para no dejar que el piso nos comiera. Preparaste té al despertar. –Sin azucar y sin ojos-.

Silencio.

Tu estabas ahí, en mi cama junto a mí.

Desperté.